17 febrero 2016

Escuchando la gravedad

La pasada semana y coincidiendo con el centenario de la Teoria de la Relatividad, científicos del Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO) anunciaron la detección, por primera vez en la historia, de ondas gravitacionales originadas en el choque de dos agujeros negros situados a más de mil millones de años luz de la Tierra.


Kip Thorne,físico teórico (fuente: El País) 
Estas ondas son básicamente perturbaciones del espacio-tiempo producidas por objetos supermasivos que se mueven a gran velocidad. Su detección nos permitirá observar el Universo como hasta ahora nunca lo habíamos hecho. A diferencia de lo que ocurre con los telescopios ópticos las ondas gravitacionales nos permitirán obtener información procedente directamente de los agujeros negros u observar cómo la masa se colapsa en el interior de una estrella moribunda. La astronomía no será la única en beneficiarse del descubrimiento, la física se verá aventajada al poder obtener información de cómo se comportan los átomos en condiciones extremas de radiación, presión y temperatura, experimentos cuyas condiciones serían impensables reproducir a escala de laboratorio en La Tierra.


El LIGO no es el único instrumento destinado a la detección de ondas gravitacionales. En la actualidad existen otros grandes proyectos científicos en marcha, entre los que se encuentran los observatorios terrestres VIRGO (en Italia) y KAGRA (en Japón). Especial mención merece el futuro observatorio espacial de ondas gravitacionales LISA desarrollado por la Agencia Espacial Europea (ESA), que usará satélites para detectar ondas gravitacionales de baja frecuencia que no podremos detectar desde la Tierra.



El descubrimiento probablemente le valga el Nobel de Física a Kip Thorne, el padre del LIGO.

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