05 junio 2016

La Gran Barrera de muerte

Cuando alguien nombra Australia a todos nos viene a la mente la Gran Barrera de coral. Este arrecife se extiende por más de 2600 Km a lo largo la costa nororiental del continente. Originarios del Cretácico, estos ecosistemas marinos constituyen, junto con las selvas tropicales, las mayores reservas de biodiversidad del planeta. 

Los corales son animales Cnidarios que viven en grandes colonias, dando lugar a la formación de arrecifes en los que un gran número de especies se refugian de sus depredadores. Los pólipos conviven en perfecta simbiosis con diversas microalgas (zooxanthellae) que, a cambio de protección, suministran al pólipo anfitrión cerca del 70% de la energía que éste necesita a través de los azúcares y el oxígeno que producen como consecuencia de la fotosíntesis, motivo por el cual estos ecosistemas se desarrollan principalmente en aguas poco profundas donde la luz del Sol penetra sin problemas. No obstante, este mecanismo evolutivo cooperativo tiene como desventaja que el pólipo depende del simbionte para su supervivencia,

El aumento de temperatura media de los océanos en la última década como consecuencia del cambio climático junto con el aumento de la acidez de los mismos supone un elevado riesgo para la supervivencia de los corales: por un lado destruyen su exoesqueleto de carbonato cálcico y por otro, generan situaciones de estrés que acaban con la expulsión del simbionte. La consecuencia más inmediata es el blanqueamiento y posterior muerte de los corales, los cuales podrían recuperarse si la temperatura del agua baja y las microalgas vuelven a colonizarlos. El problema es que estas situaciones de estrés son cada vez más frecuentes y los corales no tienen tiempo de recuperarse.

Blanqueamiento de la Gran Barrera. (Fuente: The Guardian)

En este sentido, los últimos estudios realizados hasta Mayo de este año indican que la Gran Barrera ha sufrido una tasa de mortalidad del 35% en la zona central y norte, siendo esta la tercera vez que ocurre en los últimos 18 años. Si no realizamos un control de las actividades humanas en la zona, haciendo especial hincapié en el turismo de masas, perderemos este Patrimonio de la Humanidad para siempre. 

Quiero terminar este post con una frase de Terry Hughes, director del  ARC (Center of Excellence for Coral Reef Studies, por sus siglas en inglés):

“Algunos de los corales más grandes de la parte norte del arrecife, que tenían entre 50 y 100 años, están muertos. No los volveremos a ver”         

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