De la pizza al
mortero, de la nevera a los muros de nuestras casas. Este podría ser el futuro
de los champiñones, un material de
construcción, embalaje y aislamiento.
Eben
Bayer y Gavin McIntyre, dos ingenieros mecánicos del Rensselaer Polytechnic
Institute de Nueva York, desarrollaron y patentaron un bioplástico a base de
micelios como material de construcción. Entre las principales propiedades de
este material se encuentran su período de biodregradación (1 mes), su
baja densidad, que no es tóxico, es ignífugo y resistente a humedad y moho.
Gavin
McIntyre (izda.) y Eben Bayer. (Fuente: Ecovative Designs)
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La producción
del material se basa en la mezcla de material orgánico vegetal de diversa
procedencia junto con las esporas del micelio. El conjunto de la mezcla se deja
reposar durante un período determinado de tiempo, unos días, para que el
micelio tenga tiempo de invadir el material orgánico en su totalidad. La
siguiente etapa consiste en secar y tratar térmicamente el material en
atmósfera controlada, dando lugar al producto final, denominado Greensulate.
En
2008 los dos ingenieros fundaron la empresa Ecovative
Design y tan solo 5 años después llevaron a la práctica su teoría,
haciendo realidad la construcción de The
Tiny Mushroom House, la primera casa con muros de Greensulate.
Este es otro
ejemplo de como la Madre Naturaleza nos sigue proporcionando materiales “verdes”,
cuyas propiedades, a menudo, son superiores a las de aquellos desarrollados por
el hombre. Quizás si se invirtieran más fondos en I+D+i y starts-up con proyectos
orientados a la imitación de procesos naturales, con una visión ecocentrista, en
lugar de apoyar aquellos basados en la obsoleta visión antropocentrista, el
progreso científico y tecnológico se acelerarían y a todos nos iría mejor.
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