21 marzo 2016

México se asfixia, otra vez

A principios de semana hemos sido testigos de la alerta ambiental declarada en México. Tras cuatro días en alerta por contaminación, el jueves por la tarde el gobierno del país azteca levantó la contingencia ambiental sobre Ciudad de México.

Los valores de los principales contaminantes atmosféricos se dispararon ya el domingo en la tarde, alcanzándose valores máximos el lunes 14, día en que la Comisión Ambiental declaró al alerta ambiental, que en el caso del ozono llegaron a superar las 200 ppb en algunas zonas del suroeste del país.

Niveles de contaminación en México
Concentración de contaminantes en Ciudad de México en el mes de marzo (Fuente: Sistema de Monitoreo Atmosférico Ciudad de México).
El gobierno de Peña Nieto se apresuró a instar a la Secretaría de Medioambiente y Recursos Naturales (Semarnat) a establecer nuevas estándares e instrumentos que permitan reducir de manera sostenida los valores de los índices de contaminación atmosférica. Mientras tanto, la primera medida adoptada para “mejorar” la calidad del aire ha sido la conocida como “Hoy no circula”, basada en la circulación alterna de vehículos con matrículas pares e impares, sistema, por otro lado, ya instaurado en muchas ciudades europeas desde hace tiempo.

Sin embargo, si comparamos la calidad el aire de Ciudad de México  con el de otras urbes latinoamericanas con valores de  densidad poblacional  semejantes, observamos que en las últimas los valores de contaminación del aire no son tan altos. Entonces  ¿por qué se dan valores tan altos en esta ciudad en concreto? En primer lugar, nos encontramos con factores orográficos y meteorológicos: la ciudad se haya situada en un valle, donde las montañas dificulta la circulación del aire y la dispersión de los contaminantes. Situación que se agrava todavía más durante las estaciones de invierno y primavera (en el hemisferio sur) en los cuales tienen lugar fenómenos de inversión térmica, que favorecen la concentración de los mismos y en segundo lugar se hayan involucrados factores como la elevada densidad poblacional, vehicular e industrial. La megalópolis, con cerca de 10 millones de habitantes es una de las urbes más densamente pobladas del mundo y posee un parque de vehicular viejo, en el que los utilitarios son responsables de más del 80% de las emisiones O3, SOX y NOX y donde el porcentaje de uso del transporte público queda lejos del de sus homólogas europeas. De hecho, si observamos los registros, situaciones como la vivida esta semana son recurrentes. 

Sin embargo, ello no justifica la pasividad del gobierno mexicano a la hora de apostar por políticas verdes y medidas que mejoren la calidad del aire. No sólo por sus ciudadanos, que tristemente lideran, junto con Brasil, el ranking de poblaciones con mayor número de muertes en el mundo por contaminación atmosférica, sino también por el deterioro del medioambiente y pérdida de biodiversidad y de los edificios y monumentos que sufren un deterioro continuo e incesante por estos contaminantes atmosféricos que actúan como agentes corrosivos.

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