Recientes estudios han
demostrado la viabilidad del uso de bacterias
para la descomposición del plástico. El pasado año se
produjeron en torno a las 100 millones de toneladas de polietileno (PET) en
todo el mundo. Este polímero junto a otros como el poliuretano, es uno de los
más ampliamente usados en el mundo y supone una de las principales fuentes de
contaminación de nuestros océanos, tanto a nivel físico como químico, actuando
como concentrador de compuestos tóxicos. Pero, ¿y si pudiésemos biodegradarlo convirtiéndolo
en un producto biodegradable de valor añadido?. Esto ya es posible gracias a manipulación
genética de cepas de diversos microorganismos como hongos o bacterias capaces de utilizar el polímero como fuente de carbono no para su propio crecimiento sino como para obtener productos biodegradables de valor añadido.
Por ejemplo, la bacteria Azotobacter es capaz de descomponer el
plástico en polihidroxibutirato (PHB), un polímero
100 % biodegradable y biocompatible, generando como subproducto alginato,
un compuesto con valor en la industria alimentaria, farmacéutica y cosmética.
Resultados similares se han obtenido mediante el uso de hongos como el Pestalotiopsis microspora, capaz de
descomponer el poliuretano (PU) en ambientes anaeróbicos (como el los vertederos de
residuos). En este sentido, los estudios realizados en laboratorio han
demostrado que la bacteria Pseudomonas putida es capaz de degradar en
un mes el 73% de los residuos sometidos al tratamiento.
“Nuestros
resultados parecen abrir una nueva puerta para resolver el problema mundial de
la contaminación del plástico”
Prof.
Wei-Min Wu (Stanford University)
Con frecuencia asociamos las bacterias con esos pequeños
organismos responsables de enfermedades que habitan en ambientes antihigiénicos,
sin embargo estos estudios nos demuestran su potencial como aliados en la
protección del medio ambiente.
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